El Santuario de Santa Eulalia de Vilapicina tiene sus orígenes en una pequeña capilla rural, levantada sobre unos vestigios romanos, en lo que era el camino que unía San Andrés de Palomar con San José de Horta. Desde el año 991 (siglo X) figura documentada la capilla bajo la advocación de la Santa.
El 1781 se construyó el actual Santuario, financiado por subscripción popular y, a la vez, se construyó el puente que une el santuario con la masía de Can Basté.
En 1866 el Obispo Pantaleón Montserrat i Navarro erigió la capilla de Santa Eulàlia como parroquia y Can Basé se habilitó como rectoría.
Debido al continuo incremento de la población, se construyó la actual parroquia de Santa Eulàlia de Vilapicina. En 1905 el santuario perdió su condición de parroquia en favor de nuevo templo construido.
A partir de esta fecha, el santuario quedó limitado a la celebración de catequesis y algunas celebraciones y actos populares. Después el templo sufrió los estragos de la Guerra Civil.
En el año 1969 el edificio se recuperó y restauró y se restableció el culto.
A principios de los años 2000, gracias al esfuerzo de la comunidad y del vecindario, se pudo realizar una nueva rehabilitación del Santuario.
La capilla es de una sola nave, con vuelta de cañón sobre arcos fajones con cubierta a dos aguas y el tejado plano. Corona la fachada un campanario formado per por un pequeño cuerpo de tres arcos. La fachada está decorada con esgrafiados con iconografía referente a Santa Eulàlia y una imagen de la santa en una hornacina situada sobre la puerta. Destaca también un hermoso rosetón.
El Santuario de Santa Eulalia de Vilapicina está catalogado como bien de interés local.